domingo, 8 de agosto de 2010

Hoy entendí, que la locura no es lo que uno cree. Y no hablo de "locura" como se la llama habitualmente, sino de la locura literal.
Ayer estuve con gente loca, loca de verdad, y la verdad es que disfruté tanto esas horas, más que lo que disfruto cuando estoy con gente relativamente "normal" o... ¿"Cuerda"? No me atrevo a utilizar esa palabra... ¿Qué es estar cuerdo? ¿Que a uno le hagan un examen psicológico, neurológico, y que den bien los resultados? ¿Es eso realmente estar cuerdo?
"Manicomio"... Esa palabra que tantas fantasías trae a la gente que nunca ha estado en uno -está bien, no entré, compartí unas horas en el parque con la gente que hace la radio desde el hospital, la primer radio del mundo hecha por internos de un neuropsiquiátrico, pero ya con eso, mi mirada cambió, y mucho, y espero poder entrar, para terminar de darme una idea-, esa palabra que tanto miedo da, esa palabra que hace pensar en que uno entra y puede morir acuchillado, esa palabra que da tanto que hablar...
Llegué a mi casa con el alma distinta. Ese aire optimista que transmitían los internos, esa felicidad, esas ganas de celebrar la vida, de expresarse, de comunicar al mundo lo que sentían, de conectarse con el mundo... Ese mundo que los excluye, que los retiene en esas cuatro paredes que conforman el hospital, ese mundo que los ignora, ese mismo mundo que los hace más locos, que los deshumaniza. Porque, sacando todas las diferencias, la humanidad es lo que nos caracteriza. A todos. Y hoy por hoy, puedo asegurar que esos loquitos son mucho más humanos que muchos de los que andan dando vuelta acá afuera.